jueves, 16 de mayo de 2013

Comenzando a pintar sellos (historia de una primera vez)

¿Recordáis que había ganado un concurso con una tarjeta hecha con el papel de cajas de té? Pues el premio fue un sello de Magnolia. Los sellos de Magnolia son unos sellos suecos de una excelente calidad y diseño, llenos de ternura y encanto infantil. Aunque tienen otras colecciones, los dos principales protagonistas son Tilda (la niña) y Edwin (el niño). Podeis mirar la colección en www.magnolia.nu, pero os explico que se trata de estampar el dibujo, pintarlo y después aplicarlo en algún proyecto, hasta que quede tan bonito como éste, de Kirky Krafts.


Yo pensaba que a mí todas esas cosas de niñas pequeñas e infantiles no me gustaban. Pero el sello del premio era de un niño, y yo tengo dos niños, los dos príncipes de mi casa. El principito que llegó a mi casa desde Bolboretas de Papel despertó toda mi ternura y me gustó tanto, tanto, que entré en pocas horas en la página web de Magnolia a buscar si había para él una princesita, y ahora creo que no voy a poder vivir mucho tiempo sin buscarle amiguitos a mi príncipe Edwin, si es que tiene la misma mirada de buen niño que mi bebecito.

El único problema es que aún no sé colorear estas estampas. Llevo dos meses viendo tutoriales, porque me compré algunos sellos y quería colorearlos, pero ha sido ahora que me he lanzado. Os enseño mis progresos, sobre todo, para que veais mis errores, si es que se puede aprender algo de ellos.
Lo primero es señalar que yo no quiero (aún) empezar a colorear con rotuladores. Encontrareis mil y un vídeos para colorear con los Copic que son unos rotuladores excelentes, pero de los que hay que tener varios para poder pintar un sólo sello. Tampoco quiero seguir coloreando con la caja de lápices de mi hijo. Con ésa ya he probado a hacer cuatro niñas (de un sello más adulto de una chica embarazada, ya os enseñaré) y quedan tristes, apagadas.
Así que cogí todas las tintas que fui reuniendo en estos meses, le pedí a Bolboretas mi primer pincel rellenable, y he hecho pruebas con todas. También todos los rotus que había por casa, a ver si la base de agua de algunos servía para hacer algo. Un pincel recargable con agua como el de la foto anda por los seis euros y para pintar cosas pequeñitas como sellos, con el de punta fina es suficiente. También los he visto con punta media y otras cosas, en las secciones o tiendas de Bellas Artes.


  

Os enseño mi primer príncipe...

 Como veis, se corrió la tinta del zapatito del cristal que está sobre el cojín. Además, en la corona, quedaron sombras en direcciones opuestas. Probé a pintarle la cara con un rotulador rosa, y a cada pincelada, se parecía más a un inglés en la playa de Benidorm sin protección solar. Finalmente, los rotuladores de stabilo point 88, que no sé yo dónde leí que eran acuarelables y con los que intenté crear sombras en los bordes, sólo hicieron pegotes y más pegotes. Abandoné a este príncipe sin terminarlo. Pero lo utilicé después para hacer una prueba con tintas distress de Tim Holtz (fired brick) en los botines y remates del traje, que como veréis, es lo unico que tiene pinta de que iba bastante bien.

Os presento entonces a mi príncipe número dos.

En este caso, probé a usar una caja de rotus infantiles del Carrefour, ultralavables a 40º. Aunque no tenía intención de lavar en la lavadora a mi príncipe, al menos sí tenía curiosidad por ver qué tal se me daba esto. Como veis, en cuanto al color general, he mejorado un poco. Pero esto es debido a que en la cara, no usé rotuladores, sino una pintura color carne, acuarelable, que había comprado el mes pasado en la tienda de Bellas Artes de Bertamiráns. Una sólo para hacer pruebas. Me costó tres euros y la guardé para cuando llegara este momento y ví que era lo que tenía que ser. En el pelo, usé el rotu marrón, y se corrió la tinta. En las botas intenté usar el rotu negro, y se secó demasiado rápido y luego no se difuminaba con el agua. El rotu gris de los pantalones, iba bien pero estaba a punto de pasarle lo mismo, que se quedaba sin difuminar.
Así que como era todo lo que tenía, me decidí a probar a hacerlo de otra manera, coger el pincel de agua, y tomar el color directamente del rotulador, pasando las cerdas por el rotu antes de pintar. Mejoré un poco, y me decidí a irme a mi tercer príncipe.

Mi príncipe número tres.

En mi tercer príncipe, lo peor es la combinación de colores. Pero al menos, empecé a saber pintar sin salirme del dibujo. Sin embargo, me pareció tan triste la combinación de colores que me pasé dos días sin experimentar nada, buscando y rebuscando en blogs imágenes pintadas del príncipe Edwin y tutoriales para aprender pintar, pero para mi desgracia, la mayoría usaban rotuladores Copic o similares, pero en alguno que encontré aprendí que era importantísimo sombrear correctamente y usar material adecuado. Y entonces fue cuando comprendí que de todo mi material, el único que valía para algo eran las tintas de Tim Holtz y el lápiz acuarelable. Pero me resistía, e hice una última prueba con los botines del príncipe y los rotus del CArrefour, que como veis, fue un absurdo. Perdida la batalla, busqué el bloque acrílico, puse un poco de tinta de la almohadilla sobre él y probé con mi cuarto príncipe.


Mi cuarto príncipe

No negaréis que mejoré, ¿verdad? Pues no, no mejore nada: yo soy igual de mala coloreando, lo que pasa es que esta vez, la pintura no se corrió, el pincel tomaba el color, etc. Por eso, este príncipe se lo dedico a mi abuela Isabel que me dijo muchas veces... "Lo bueno, bien parece"

Esta vez usé,
  1. El lápiz acuarelable para hacer la cara, 
  2. Mis tintas distress de Tim Holtz mustard seed, fired brick y worn lipstick
  3. Y la última prueba, las tintas de Pórtico pequeñitas, las de ochenta céntimos, que ¡oh! no valen para gran cosa, pero para ésto, sí. Como total, siempre me llegan secas, las trato fatal, les paso el pincel por encima, las sacudo, igual me da.
Paso la almohadilla por el bloque acrílico, y se deposita un poco de tinta. Esa tinta la cojo con el lápiz acuarelable y ya me pongo a pintar. Así mientras acababa, recordé que se podían mezclar las tintas, utilizando el pincel. Y entonces tuve el quíntuple de tonos... oh... qué felicidad!


Y ésa ha sido mi semana, pintando principitos. En unos meses, ya sabré aplicar sombras y si compro alguna tinta más, también podré darle otros colores. Como me explicó un día mi abuela Laudelina... ¡Haciendo y deshaciendo va la niña aprendiendo! Os dejo con el que espero, algún día, sea mi resultado final, de Kirky Krafts.  Si haceis clic en la foto, vais al blog de la artista...



2 comentarios:

  1. Después de que tú hicieras la clase magistral con los lapices acuarelables yo también me puse en faena, y como no tenía sellos para colorear me compré uno de Sherlock Holmes y otro de "Cantando bajo la lluvia". Hice un par de intentos, pero no he vuelto a insistir. A ver si ahora que viene el verano, y hay más tiempo, me animo a colorear algunos sellos =)

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    1. ¡qué me dices!, ¿comprando sellos porque no tienes para colorear? Eso lo solucionamos en la próxima xuntanza, intercambiamos entre varias los pocos o muchos que tenga cada una y te animamos en un momento! Ya con ganas de ver a Sherlock Holmes, ¡qué interesante!

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